En la segunda parte de su conferencia sobre el Abandono, el Padre Ignacio Larrañaga nos ofrece un camino práctico. El abandono se vive en dos tiempos. Hacia el futuro, es un abandono dinámico. Hacia el pasado, es reconciliación.
El Abandono Dinámico: Esfuerzo sin Aferramiento
Abandonarse no es pasividad. Significa dar la batalla con todas nuestras fuerzas. Debemos luchar como si todo dependiera de nosotros. Sin embargo, debemos dejar el resultado en las manos de Dios. Al no aferrarnos al éxito, nos liberamos de la angustia y el miedo al fracaso. Así, paradójicamente, alcanzamos nuestra máxima eficacia.
Reconciliación con el Pasado: Aceptar lo Inalterable
El abandono hacia el pasado es un acto de sabiduría. Consiste en reconciliarnos con nuestra historia.
- Aceptar a nuestros padres: Dejar de juzgarlos y agradecer el inmenso don que nos dieron.
- Aceptar nuestro físico: Hacer las paces con nuestra apariencia, que es una maravilla de Dios.
- Aceptar la enfermedad: Transformar la enfermedad de enemiga en «hermana», quitándole el aguijón de la angustia.
- Aceptar nuestra personalidad e historia: Dejar de sufrir por lo que «pudo haber sido». Es una locura auto-infligida.
La paz se encuentra al soltar lo que no podemos cambiar. Al dejarlo en las manos del Padre, transformamos el dolor en una ofrenda de amor.
08/06/13
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Abandono Parte 2 – Padre Ignacio Larrañaga
¿Cómo vivir en paz si no acepto mi pasado, mi cuerpo o mis fracasos? ¿Qué hago con las heridas de la infancia o el dolor de las injusticias?
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