En este programa, los ‘ConPadres’ explican el Décimo Mandamiento. Este prohíbe codiciar los bienes ajenos. Sin embargo, su lección es mucho más profunda. Por eso, nos invitan a ordenar nuestro corazón.
La Codicia: Un Deseo Desordenado
El mandamiento no condena el sano deseo de prosperar. Lo que prohíbe es la codicia. Esta es un deseo desordenado y excesivo. Su raíz, muchas veces, es la envidia. Nos lleva a entristecernos por el bien ajeno.
Los Dos Extremos Peligrosos
Este desorden se manifiesta de dos maneras opuestas.
1. La Avaricia La avaricia es el apego excesivo a las posesiones. Nos hace egoístas y nos aprisiona. No nos deja compartir ni ser libres.
2. El Despilfarro El otro extremo es la prodigalidad o despilfarro. Es gastar sin control y sin pensar. A menudo se ignoran las necesidades reales. Este también es un pecado contra el mandamiento.
La Generosidad: El Camino a la Libertad
La solución a la codicia es la generosidad. Debemos aprender a dar con alegría. Porque Dios nunca se deja ganar en generosidad. Por lo tanto, debemos confiar en Su Divina Providencia.
La pregunta clave es muy clara. ¿Dónde está puesto tu tesoro? Porque ahí estará siempre tu corazón. Este mandamiento nos libera de las ataduras materiales. Nos enseña a ser felices con lo que tenemos y a compartir.
16/06/15
